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Creación del mundo maya

Hace mucho tiempo, en la quietud silenciosa del principio, cuando todo era agua y no existía ni luz, ni tierra, ni seres humanos, ni animales, los dioses mayas descansaban en las aguas primordiales.

 

Las deidades, cubiertas en plumas verdes y azules, compartían su esencia y poderes milagrosos: el Creador y el Formador, Tepeu y La Serpiente Emplumada, junto con Xpiyacoc y Xmucané.

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Estas deidades se unieron para asistir a Corazón del Cielo, también conocido como Huracán, en la creación de la Tierra. Sus espíritus y energía creativa dieron forma al mundo, y la Tierra finalmente tuvo un corazón al que llamaron Corazón de la Tierra.

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Para separar el cielo de la Tierra, sembraron una ceiba, un árbol sagrado que conectaba los nueve niveles del Inframundo Maya con los trece niveles del Supramundo Maya.

 

Las raíces se adentraron profundamente en las profundidades de la Tierra, el tronco se erguía en la superficie y las ramas se extendían hacia los cielos.

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Con la creación de la ceiba, se dio espacio para la vida en la Tierra, y las deidades continuaron su obra. Primero, crearon las plantas, y luego, los animales.

 

Sin embargo, los animales no podían hablar ni adorar a sus creadores.

 

Entonces, las deidades decidieron crear seres humanos a partir del lodo, pero estos primeros humanos carecían de alma y no eran capaces de realizar actos de adoración.

 

Fueron destruidos en un gran diluvio.

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Las deidades intentaron nuevamente, esta vez creando seres humanos de madera. A pesar de su apariencia humana, estos seres tampoco podían adorar a sus creadores.

 

Los dioses los destruyeron, y se dice que aquellos que sobrevivieron se convirtieron en los monos que habitan los árboles.
 

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Ahora, existían el cielo y la Tierra, pero carecían de un Sol y una Luna.

 

Dos maravillosos Gemelos, Hunajpú e Ixbalanqué, ascendieron a los cielos y se convirtieron en el Sol y la Luna, iluminando así la Tierra.


Finalmente, las deidades crearon a los seres humanos verdaderos y duraderos usando el maíz blanco y amarillo, una sustancia preciosa.

 

Los mayas creían que el maíz era un regalo divino, y así, nacieron los seres humanos, quienes llevarían adelante la rica cultura y tradiciones de esta civilización ancestral.
 

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